Durante sus estudios, Andreas Bindl apenas entró en contacto con la odontología digital. “Había oído hablar de CEREC, pero se trabajaba de manera analógica”, recuerda. Existían una serie de limitaciones que se negaba a aceptar, tales como la ausencia de feedback directo sobre la calidad de la impresión, obstáculos para la restauración provisional, largos tiempos de espera hasta la restauración final, etc. En este contexto, acogió a CEREC con los brazos abiertos. “La primera vez que oí hablar de CEREC fui ingenuo. Creía que bastaría con introducir la cámara en la boca y ya saldría la pieza de trabajo terminada de algún sitio”, ríe Andreas Bindl. Entró realmente en contacto con la tecnología en la Universidad de Zúrich, cuando se incorporó al equipo encabezado por el catedrático Dr. Mörmann. Al empezar a trabajar aquí en 1994 comprendió que estaba equivocado. El software, por aquel entonces bidimensional, exigía un replanteamiento completo. Además, de la máquina no salía la pieza de trabajo terminada, sino una pieza en bruto que requería muchos retoques. Dado que por entonces no era posible la vista previa CAD tridimensional de la restauración diseñada, el resultado no era visible hasta después del proceso de fresado, y en ocasiones era decepcionante.